La áspera respuesta del cacique no desalentó a Diego Lázaro; más bien le sirvió para idear una nueva estrategia, vuelto a su pueblo, determinaron él, sus padres y su mujer irse a la barranca a conocer el sitio que con su presencia en santificó el Arcángel, el lugar era un cerro partido por una profunda quebrada o Barranca, que los antiguos llamaban Tzopilotitlan (lugar de zopilotes), y al remanso de agua le decían Tzopiloatl (agua de zopilotes).
Un poco más arriba se encontraba el punto que el arcángel señaló con su vara de oro, cubierto por un gran bloque de tepetate, bajo el cual se escondía la fuente. Llegados al paraje, los cuatro aún se esforzaban por remover ese pedazo de tepetate*, tan grande, que algunos testigos refieren que pensaría 500 quintales.
Estando haciendo fuerza en vano, llegó un joven de hermoso aspecto a decirles que les podía ayudar, al aplicar sus manos, éste movió fácilmente la mole rocosa y rodó con gran ruido por la barranca. En ese instante desapareció el joven. Ellos entonces, cavaron con sus manos y luego les apareció el agua de la fuente clara y cristalina. De lo dicho se desprende, que ya existía el manantial, sólo que estaba oculto bajo los derrumbes.
Un poco más abajo, las filtraciones habían formado una charca de aguas verdes nombrada Tzopiloatl. Es de saber, que el agua de esta fuente no mana de abajo hacia arriba, si no por los lados, viniendo del Oriente. Al principio, los devotos se llevaban como reliquia la piedra del tepetate y el barro de la fuente. Esta tierra se mandaba a muchas partes de llegando hasta Sevilla en forma de pastillas y panecillos o bien la echaban en agua común para dárselas a beber a los enfermos.
El agua de San Miguel es limpia, clara y transparente; delgada y de buen gusto, y no se le corrompe. Otra de sus virtudes es que sirve de remedios general para los males y para ahuyentar al maligno. Y, en algunos casos, dicha agua causaba un gozo celestial y despedía un grato olor y rica fragancia. Pero es muy delicada y sensible, a tal grado, que si no se usa bien y con el debido de coro puede desaparecer o hacerse perjudicial.
*Piedra amarillenta blanquecina y porosa, que cortada en bloques se usa en construcción
ÚLTIMOS DÍAS DE DIEGO DE SAN LÁZARO
Después de este acontecimiento, Diego de San Lázaro vivió al cuidado del manantial; tiempo más tarde, Juan de Palafox, obispo de Puebla mandó a construir el santuario de San Miguel del Milagro y una capilla para el pocito de agua, terraplenando la barranca y dando pie a la construcción de viviendas a su alrededor.
El Indio Diego de San Lázaro aprendió muy bien su lección corrigió su error y la Misericordia Divina se apiado de él Perdonándolo. Dios siempre perdona al humilde y la vida siempre castiga al soberbio.
El Indio Diego de San Lázaro era de naturaleza humilde y callada de vida austera y penitente. Después de las apariciones, pasaba largas horas en oración, su vida la consagro al Arcángel Miguel cuidando la capilla que se hizo en el lugar del pozo y a los enfermos que venían buscando curación en el pozo los cuidaba con especial devoción.
Su cuerpo se encuentra enterrado al pie de una bellísima estatua barroca del Arcángel Miguel considerada la más bella talla del Siglo XVIII en México y que se encuentra en el ábside de la iglesia. Una placa tallada señala el lugar diciendo: “Aquí espera el día de la resurrección Diego de San Lázaro, varón amadísimo del príncipe celeste del Ejercito de los Ángeles”.
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