-“Has de saber hijo mío, que yo soy San Miguel Arcángel vengo a decirte que es voluntad de Dios y mía, que digas a los vecinos de este pueblo y su contorno, que en una quebrada que hacen dos cerros y es aquella que está frente a este lugar, hallarán una fuente de agua milagrosa para todas las enfermedades, la cual está debajo de una peña muy grande, no dudes lo que te digo ni dejes de hacer lo que te digo”.
Perplejo y confuso quedó Diego Lázaro de esta visión, y presintiendo que nadie le daría crédito, por ser él un pobre indio, determinó guardar silencio y echar al olvido el mandato de San Miguel.
El padre Florencia opina que esta primera aparición, acaeció el 25 de abril, el día de San Marcos, durante la procesión en que se cantaban las letanías mayores. El año, comúnmente aceptado, fue el de 1631, aunque algunos testigos de la primera información aseveran que fue el de 1630.
No se puede ignorar que, a partir de la primera aparición, los padres Franciscanos de Nativitas vieron con buenos ojos estas manifestaciones milagrosas, aconsejaron a Diego Lázaro y le brindaron su decidió apoyo.
Antes de que las autoridades civiles y religiosas dieran su aprobación, ellos hacían frecuentes alusiones a estas apariciones en sus sermones, organizaban con los niños de su escuela y con el pueblo procesiones a la fuente y celebraban misas en ese lugar.